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domingo, 20 de abril de 2014

La Memoria Histórica de Costa Rica



En un viaje que  hice a San José, en Marzo del 2014, fui a visitar el Museo Nacional en el antiguo Cuartel Principal de San José, donde Máximo Blanco fue el comandante durante los años, 1857 al 1869.

Sorprendentemente, no encontré nada de historia sobre la Campaña Nacional, ni sobre los generales que capitanearon los cuarteles militares en aquella época.


Al preguntar en Información del Museo, me dijeron que todo ese material histórico, se encontraba en proceso de restauración en Pavas y que lo único que había sobre la Campaña Nacional y la de Tránsito, se encontraba en el Museo Histórico Cultural de Juan Santamaría.


Antes de ir al Museo de Juan Santamaría, visité la página WEB y  lamentablemente, es muy pobre la información que contiene este sitio.


No debemos olvidar, que con la Campaña Nacional, se consiguió acabar con las pretensiones de los Estados del Sur de EE. UU., comandados por William Walker, para esclavizar a Centroamérica y también para tomar el dominio del canal interoceánico, que se proyectaba en el Río San Juan y que empezaba a tomar forma, con un contrato de canalización firmado entre Nicaragua y el empresario Cornelius Vanderbilt en 1849, que Costa Rica no llegó a ratificar.

Por ello y porque llevo tres años estudiando la historia de Costa Rica, me fui a buscar toda la información que pudiese conseguir y a repasar los monumentos que existen en la Capital.
A excepción de Juan Santamaría, Juan Rafael Mora, otros expresidentes y hasta algún militar centroamericano, Morazán y también Bolivar, no existe ni tan siquiera una placa, busto o imagen conmemorativa de los militares Máximo Blanco y/o Lorenzo Salazar, que tanto contribuyeron para derrotar a las tropas filibusteras de William Walker.




Por alguna razón, en Costa Rica, la asignatura en escuelas y colegios, sobre nuestra historia, ha sido pobre y diluida, prácticamente inexistente, como lo muestran las placas del Monumento Nacional, que son casi indescifrables, como se puede ver en la siguiente imagen.


Una de las cuatro placas de este Monumento, muestra sobre la Campaña de la Vía de Tránsito, con la captura de los 8 buques de vapor, que llevaban los refuerzos y pertrechos de guerra para  los filibusteros.  Muchos desconocíamos este capítulo de nuestra historia, el cual fue determinante para derrotar finalmente a William Walker.

Es evidente, lo poco que se divulga la historia de Costa Rica.  Fui a varias librerías de San José, buscando material sobre la Campaña Nacional, La Vía de Tránsito y sobre los Generales Blanco y Salazar, sin éxito.  

Finalmente me acerqué a la Universidad de Costa Rica, a su librería oficial, donde me atendieron muy bien, pero había más material biográfico de William Walker, que de los héroes nacionales de Costa Rica.

Lo que nos han enseñado en las escuelas y colegios sobre nuestra historia, ha sido un sucedáneo resumido, de lo que verdaderamente fue una de las campañas liberadoras más importantes de Centroamérica y posiblemente de Latinoamérica.




Esto ha sido así por tres razones:

  • Para enaltecer la memoria de Juan Rafael Mora, como único héroe nacional, junto con el civil Juan Santamaría.
  • Para reducir la importancia de lo castrense, culpando a los militares del fusilamiento de Mora.  De esto hablaré en otro momento, pero resumo que después de 9 años en el poder, Mora mantuvo muchos conflictos contra la poderosa elite costarricense, a la cual él también pertenecía y que verdaderamente ostentaba la supremacía en Costa Rica.  Esto fue lo que produjo su caída y derrocamiento, el 14 de Agosto de 1859.
  • Posiblemente con el afán de adaptarse al guión histórico norteamericano, que cuentan una historia parecida, omitiendo entrar en el detalle.
Lo anterior, nos ha privado de la verdadera historia de Costa Rica.
Hay dichos que caben aquí, que dicen: "Un País sin Memoria, es un Pueblo sin Historia",  Debemos saber de dónde venimos, para saber hacia dónde vamos" y “Olvidar la historia, condena a repetirla”.

jueves, 4 de agosto de 2011

Relato - La Campaña de Tránsito. 05/12/1856 al 13/04/1857


La campaña del Tránsito: una estrategia brillante


Desde el inicio de la Campaña Nacional, el presidente Mora tenía muy en claro que era esencial tomar la vía del Tránsito, cortar toda comunicación con los Estados Unidos de América e impedir que desde allá le enviasen, por el río San Juan y por el lago de Nicaragua, hombres y pertrechos a las tropas filibusteras de William Walker.


Con el apoyo de sus principales oficiales, entre los que se halla el coronel Lorenzo Salazar, fue elaborado un plan para la toma de todos los puntos de importancia militar colocados a lo largo del río San Juan, a saber: el Fuerte de San Carlos, situado donde nace el Río San Juan desde el Lago de Nicaragua; el Castillo Viejo, a medio camino entre el río Frío y el río San Carlos; y La Trinidad.



Aunque el general José Joaquín Mora tendría el mando superior del ejército para la ocupación de la Vía del Tránsito, se organizó una División de Vanguardia, integrada por hombres valientes y decididos, quienes mediante la sorpresa y la audacia, se apoderarían de los vapores que se encontraban en dicho río al servicio de los filibusteros.


Máximo Blanco anota en su diario que a él se le designó primer comandante de la División de Vanguardia, pero que rehusó el mando en razón de que no se sentía capaz de emprender esa empresa, de manera que el presidente Mora nombró en ese cargo al teniente coronel Pedro Barillier. Este oficial había tenido una deficiente actuación militar en la batalla de Rivas.


Tal nombramiento no operó en la realidad, ya que el presidente Mora le haría llegar a Blanco un sobre sellado, donde consignaba sus órdenes para que don Máximo asumiera la jefatura de la  columna de vanguardia.


Blanco, al asumir el mando conocía con propiedad el objetivo de aquella expedición, que era de tal importancia, que habría de decidir los destinos de Centro América. Una de las primeras acciones a efectuar era la captura de varios vapores que se encontraban en San Juan del Norte.


“Esta división [la de Vanguardia] se componía de dos compañías de ochenta soldados cada una y cuarenta gastadores; el armamento era la mayor parte de chispa y por consiguiente malo, pero en cambio la tropa fue escogida como la mejor. También iban dos piezas de artillería con su correspondiente tropa, pero sin ningún oficial que supiera de esta arma.”  


“Empieza aquí la gesta más brillante del ejército de Costa Rica. Una incursión sabiamente planeada y, en especial, audazmente ejecutada por un puñado de hombres que nunca habían visto un vapor en su vida. Su objetivo tomar los vapores que los filibusteros tendían en el río San Juan y en el Lago de Nicaragua.Para ello se contaba con la destreza de Máximo Blanco y sus hombres. La División a cargo de Blanco se componía en total de 200 hombres."


Los soldados iniciaron su marcha el 5 de diciembre de 1856 hacia Alajuela. Ahí pasaron la noche y en la mañana, tomaron rumbo a Muelle de San Carlos, llegando el día 9. El 16 de diciembre, las tropas costarricenses siguieron su travesía por el río San Carlos. Al venirse una creciente por el río, setenta hombres perdieron, además de la embarcación, sus armas y provisiones, decidiendo Blanco que continuaran a pie, mientras los otros botes seguían hacia la boca del río.


En primer término, tomarían La Trinidad. A las diez de la mañana del domingo 21 de diciembre salieron todos de la boca del San Carlos, deslizándose en sus balsas por la corriente del San Juan.


Un miedo aterrador se apoderó de nuestros soldados en los primeros momentos de la partida, y no carecían de razón, porque ¿en dónde habían visto jamás vías navegables? Serían las ocho de la noche (del 21 de diciembre) cuando pasó el vapor enemigo, que de San Juan se dirigía al gran lago de Granada. A su vista, nuestros candorosos soldados exclamaron: “Pos hombre, qué bonito es el guapor. ¡Cuánta candelita! ¡Parece un monumento!”


Blanco llevaría 30 hombres por la derecha; don Joaquín Fernández y Sylvanius Spencer dirigirían los restantes 100 hombres por la izquierda. Ese 22 de diciembre, Blanco se adelantó para observar a los filibusteros. Mandó cargar al trote con la bayoneta. En cuarenta minutos, Blanco, con la ayuda de Spencer y sus hombres, eran dueños de La Trinidad. Dejaron 30 hombres aquí y continuaron, en cinco botes, hacia San Juan del Norte, a la orilla del mar, para tomar los vapores. Cuando desembarcaron, en la madrugada, vieron a lo lejos tres vapores de la Compañía del Tránsito, y más allá, cerca de Punta Castilla, otro vapor.


Al ser las cinco de la mañana del 23 de diciembre, Blanco dio la orden de tomar los vapores, y nuestros soldados rápidamente se lanzaron al abordaje, escalaron la cubierta y se posesionaron de las embarcaciones. Los cuatro vapores tomados respondían a los nombres de “J. Wheeler”, “Ch. Morgan”, “H.L. Bulwe” y “Machuca”.


Es de advertir que nuestra tropa, a causa del mal tiempo y tantos trabajos, hemos llegado sin ropa y hasta sin sombrero muchos, porque ya se habían podrido; de suerte que esta gente daba un aspecto lastimoso y al mismo tiempo horroroso, porque más bien parecía una partida de bandidos que tropa organizada de un Gobierno. El que tenía puesta una camisa no traía sombrero, y el que tenía pantalón, aunque roto y asqueroso, no traía otra cosa.


El día 26 llegaron al Castillo Viejo. Se encontraba allí el vapor “J. N. Scott”. Los costarricenses, que venían en el vapor “Ch. Morgan” se pusieron al lado de ese otro vapor. Blanco y sus hombres saltaron y se adueñaron de él. Luego tomaron el castillo, sus guardas huyeron despavoridos.


A corta distancia, en el raudal del río Toro, se encontraba el vapor “J. Ogden”. Blanco le ofreció a un nicaragüense una buena suma de dinero para que con tretas hiciera que el vapor se acercara al Castillo. La trampa dio resultado y el vapor fue también tomado. Al darse cuenta de que en el mismo raudal del Toro se encontraba anclado el vapor "Virgen", los soldados, yendo en el “J. Ogden”, rápidamente lo capturaron; era éste el más pequeño de los vapores del Lago. Quedaba todavía la toma del fuerte San Carlos, principal punto estratégico sobre el río San Juan.


Los costarricenses partieron hacia el fuerte el 30 de diciembre. Blanco llegó a la explanada del fuerte. Entretanto, el vapor “Ogden” con el resto de la tropa costarricense se ubicó frente al morro. Los filibusteros fueron sorprendidos con artimañas y no tuvieron más opción que rendirse. En poder de la vanguardia costarricense había caído el último reducto del río San Juan.


Ese mismo día 30, arribó el general José Joaquín Mora con refuerzos. Al recibir un reporte de las acciones tomadas, Mora le manifestó a Blanco sentirse muy satisfecho de su desempeño, su coraje y audacia militar. Y dirigiéndose a las tropas exclamó ¡ahora es justo que las tropas descansen y festejen el fin de año como Dios manda!


Cuando amaneció el día último del, para Costa Rica, año fatal de 1856, los vencedores costarricenses pudieron gozar de la vista de la gran parte del territorio nicaragüense arrancado a la codicia del filibustero Walker. ¡Cuánta gloria para el mayor Blanco, poner a disposición de su gobierno, llena de honra, la grande y difícil empresa que se le confiara contra el filibusterismo que por el norte amenazaba nuestra independencia y que ya ostentaba aires de triunfo paseándose en lujosos vapores sobre las aguas del San Juan! ¡Cuánta gloria, repito, poner en manos del General en jefe casi la tercera parte del territorio nicaragüense, desde San Juan hasta las costas de Rivas y Granada! Al Norte, las costas de Chontales: al Sur, el gran lago al Este, la costa de los Caribes hasta Tortuga. No es poca cosa. ¡Loor eterno al jefe Blanco!


Al día siguiente, primero de enero de mil ochocientos cincuenta y siete, después de darse una gran fiesta con los víveres y licores de la guarnición filibustera, el estado mayor costarricense en el Fuerte de San Carlos, comienza a planear sus siguientes movimientos.


El vapor “San Carlos” era el más grande y el más rápido de todos los vapores en la Vía del Tránsito. El 3 de enero de 1857, valiéndose de tretas, los costarricenses lo hicieron acercarse al fuerte. La tripulación, cerradas las rutas de escape, tuvo también que entregar las armas.


Con la toma del vapor “San Carlos”, la fuerza costarricense había tomado el dominio completo sobre el río San Juan y el lado sur del Lago. Costa Rica lograba así el control de la Vía del Tránsito. Asimismo, a los filibusteros les quedaba totalmente cerrado el camino que les servía para comunicarse con el Atlántico y por el cual recibían constantes refuerzos.


La ejecución del plan, por parte de Máximo Blanco y sus tropas, aplicando una excelente estrategia, significó un éxito rotundo para la expedición militar que le encomendaron, pues cortó definitivamente la entrada de pertrechos y hombres para el ejército de Walker. Junto a la batalla de Santa Rosa, en uno de los hechos más bien ejecutados de la historia militar costarricense.


Al conocerse que los filibusteros pretendían retomar la Trinidad, el general José Joaquín Mora, ya incorporado en las acciones como Comandante en Jefe, envió a ese sitio al mayor Máximo Blanco con otros soldados, quien se encontró con un panorama desolador.


¡Oh aflicción cuando me hago cargo de la fortificación y conozco su disposición:
un callejoncito formado por dos trincheras de vástago de plátano, en veinte varas de largo y tres de ancho! El piso es un lodazal que pasa del tobillo, de provisiones nada, enfermos muchos y los que no lo están parecen cadáveres. La fatiga y privaciones tienen a estos hombres con dolor de estómago; tales son los semblantes que encuentro en los treinta hombres con que debo sostener el punto contra 700.


El 20 de enero de 1857, Blanco avisó a sus jefes que la posición era desastrosa y había que cambiarla. El día 21 el General Mora trasladó al coronel Barillier al Fuerte y nombró a Blanco primer comandante de la Trinidad. Con pocas provisiones, hombres enfermos y con el conocimiento de que los filibusteros tenían una fuerza superior en número, Blanco decidió el día 13 de febrero retirarse del fuerte y emprender con sus hombres la marcha tomando aguas arriba del río Sarapiquí, llegando a Muelle el día 15 de febrero de 1857.


“Algunos por aquel tiempo trataron de oscurecer la gloria del mayor Blanco a pretexto de su retirada de la Trinidad; pero si lo consideramos en las circunstancias que se hallaba, lejos de merecer el menor cargo es digno de encomio ¡Con solo quince tubos de rifle, último resto del parque, hizo la retirada!”


“Llegamos a San José [el 22 de febrero de 1857], nos recibieron con la banda en el paso de la Vaca, entramos a los cuarteles, dejamos las armas, nos tocaron fajina, y ni muchas gracias. Solo nos dijeron que después se nos pagaría el préstamo de toda la campaña.


¡Tiempo de inmortal memoria para el Ejército de Costa Rica! Se presenta una cuestión de armas; se da la señal de ¡Al arma!, se reúne el ejército: se da medio escudo de habilitación a cada soldado, poco más a los oficiales; se marchan con un mal rancho y mal arreglada proveeduría, a condición de que cuando tengan hambre hagan su diligencia, sin saqueo.


Amputan a un soldado o le inutilizan un miembro. Le quedan catorce reales de montepío para mantener tal vez media docena de hijos muy jóvenes, y nadie para su vista en este infeliz. ¡Tal es la condición de un militar en mi país!


El presidente Mora al ser informado por Blanco acerca de los motivos que lo forzaron a retirarse de La Trinidad, indicó que todo era de su aprobación, pues Blanco había obrado conforme lo demandaban las circunstancias. “Nada ha perdido usted de la buena opinión que siempre me ha merecido”.


Aunque en las semanas siguientes, Walker recibió nuevos refuerzos, todos soldados de excelente calidad y con magnífico equipo, la reconquista de la vía del Tránsito les fue imposible. El 13 de abril de 1857, más de trescientos cincuenta filibusteros fueron embarcados en vapores de guerra ingleses hacia el puerto de Colón y de allí a los Estados Unidos.


Así en abril el río San Juan quedó totalmente en poder de los costarricenses y libre de la amenaza filibustera. La zona fronteriza en el San Juan era de Costa Rica y lo mismo la comprendida entre el lago y San Juan del Sur.


En veinte días de combates en desiertos cuajados de víboras, selvas espesísimas, ciénagas y pantanos; nuestros soldados, marchando a paso de vencedores, se habían apoderado de la Trinidad, Castillo Viejo, Fuerte San Carlos, San Jorge, Ometepe y Rivas, ocho vapores, dieciocho piezas de artillería, quinientos fusiles, y capturaron más de cien enemigos, a los que se les dio generosa libertad. ¡Sobre el río de San Juan y el Gran Lago no iluminan los rayos del sol otra bandera que la costarricense!


En la Campaña del Tránsito, nuestras tropas tuvieron 191 muertos y 10 heridos, conforme lo indican el Libro de los muertos del padre Francisco Calvo  la lista de heridos elaborada por el doctor Karl Hoffmann.


Salazar y Blanco, dos héroes de la Patria en la Campaña Nacional, por el arrojo y la hidalguía que mostraron al defender su soberanía de las huestes filibusteras comandadas por William Walker.


Aunque presentes en toda la Campaña Nacional, Salazar se distinguió por las valerosas acciones emprendidas en las batallas de Santa Rosa y Rivas, Blanco, mientras tanto, fue el héroe indiscutible en la ejecución del plan estratégico que tuvo como objetivo apoderarse de los puertos y vapores en el río San Juan y en el Lago de Nicaragua.


Ambos fueron héroes porque en los momentos de más angustia y zozobra, cuando la gavilla de mercenarios quiso apropiarse del territorio costarricense y de Centro América, dijeron ¡Presente, Costa Rica! Y unieron su valor al resto de soldados costarricenses para que nuestro país alcanzara realmente su independencia y hallaran la paz sus compatriotas y sus futuros descendientes.




Emilio Gerardo Obando Cairol

Material del Libro “Los Generales Blanco y Salazar” de la Asociación de Genealogía e Historia de Costa Rica.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Conocimiento De La Historia De Costa Rica

 
Al vivir fuera de Costa Rica desde hace muchos años, a menudo me preguntan sobre mi país. En la mayoría de los casos, comento sobre la vocación democrática y el hecho de no tener un ejército y otros temas mas actuales.


Pocas veces he podido profundizar en datos históricos sobre Costa Rica, porque en mi opinión, existe un gran vacío de divulgación al respecto, en los programas de educación en escuelas y colegios. Incluso ahora, con la finalidad de buscar información sobre el tema por Internet, los datos son repetitivos y muy escuetos.


Por alguna razón, en Costa Rica existe la tendencia en abreviar y omitir algunos aspectos de nuestra historia.  Lo que se repite una y otra vez, son 2 batallas, un héroe nacional llamado Juan Santamaría, que con una antorcha, consiguió vencer a los filibusteros de William Walker.  Poco se menciona sobre la campaña del Río San Juan, que fue decisiva para nuestra historia.


A los 30 años pasados de la Campaña Nacional, en la década de 1880, se decide “crear historia” para difundir la idea de nación, cuando Costa Rica necesitaba definir su identidad e independencia. Para ello, se crea la figura de Juan Santamaría como único héroe nacional.


Seguro que Juan Santamaría simboliza a los muchos héroes desconocidos que ayudaron a conseguir los objetivos, pero existieron otros muy importantes con nombre y apellidos.


El 16 de setiembre de 2010, la Asamblea Legislativa, decide “emendar un error histórico, 150 años después” y nombra a Don Juan Mora Porras "Libertador y Héroe Nacional", lo cual, ha sido muy acertado.


No obstante, la importancia de la Campaña Nacional contra la esclavitud y para conseguir la independencia de Centroamérica ante los filibusteros, no se puede sintetizar sólo en un soldado desconocido y en un personaje que como presidente, lideraba a los oficiales y a las tropas que hicieron posible aquella inmensa hazaña.


Este Blog se basa en un trabajo que tuve la suerte de recibir, de la Asociación de Genealogía e Historia de Costa Rica, sobre la Campaña Nacional y sus héroes. Los dos mencionados anteriormente y también los que, no se mencionan, pero que tuvieron un protagonismo fundamental y que sin ellos, posiblemente la historia de Centroamérica sería muy distinta a lo que es hoy.


Guillermo Aguilar Quirós